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The Rondinas y Alsinas

Lo mayor satisfacción del ser humano es encontrar la esencia de uno. Lo peor es traicionarla…

Todo ese pandemónium suscitado pos gol de Nueva Chicago termina justificando la peor de las traiciones. Una escenificación total de lo que reza la frase inicial de estas encíclicas que bien podría escribir cualquier hincha de Quilmes. Todos los actos de emoción violenta son nada comparado con la puesta en escena futbolística desde que el peor de la familia Loustau pitó el inicio del match.

Nos había ilusionado transformar al golero rival en figura, hasta con el asterisco del penal errado. Más allá que somos más de ilusión que de fútbol, vamos con esa procesión hasta el final de los días. Y viviremos así. O mejor dicho, en el opuesto; desilusionados. Pero escuchando, leyendo, somos una marea coincidente en que el equipo se traicionó en su esencia, la misma que lo había depositado en ese lugar de medallero olímpico. Estábamos bien en el alter ego. ¿Qué pasó?

No vale ni me interesa profundizar en los aspectos que hoy son irrelevantes pero venga ese análisis del entrenador de cara al futuro próximo. Perdí la gimnasia periodística o me ganó el hincha racional al vaticinar que Rondina no seguiría. No porque tenga algo con Huevo, sino porque es impagable para cualquier economía de segunda categoría. Pero en este afán de zafar de ser pobres, seguimos el tren de pagar impagables. Bajo este régimen me atrevo a decir que el déficit se profundizará bajo la férrea ilusión de un futuro ascenso hipotecando joyas de abuela. ¿Queda otra? No se enojen, no tengo ni la clarividencia de manejar la economía de mi hogar, mucho menos la de un club. Pero veo un trabajo a destajo (las redes se encargan de informarlo entre pompas) para saldar cuentas de pasados oscuros y vetados, que al menos siento la necesidad intrínseca de manifestar que parecen incompatibles estos caminos. Que la historia los juzgue. Ojo al personalismo, esa fórmula Egonerista no funcionó.

Lo más fácil pero también engañoso sería poner a Tomy Bottari en el ojo de una tormenta innecesaria: nos ganó uno que se tomaba el 85 a dos cuadras del predio. Como tantos otros. Pero no es el punto exponer a Bottari y las miserias de nosotros como hinchas de no defender o anteponernos a estas políticas. Insisto, hablo de políticas no de casos individuales. Y anteponer a Glellel sería una linda discusión. Y el porqué de no poder sentar las bases de los demás chicos que formaron parte del plantel profesional. Para que se entienda la ecuación, para que haya Rondinas deben existir los Puzzo, los Batista… Salgamos del nombre y vayamos al concepto de lo que pide la matemática para que sea exacta. Es tan necesario para que los posteos sociales como los de San Miguel formen parte de una lógica y no de una excepción. Porque eso es una grandilocuencia innecesaria, es algo excepcional porque la dialéctica está usada de esa forma. Esos debuts sin sustento posterior solo quedan anquilosados en un posteo de Instagram. Y sabemos que lo que atraviesa esa plataforma es irreal: una pose para que el resto vea.

Me gustaría que el club forme entrenadores, coordinadores propios, con conocimiento de fútbol. No quiero Secretarios de correveidile que me cuenten que el 10 de la 6ta es un crack. A los buenos los vemos todos. Necesitamos otros ojos y necesitamos amalgamar un proyecto propio vinculado con las raíces del club. Alguna vez el escudo deberá ser propio. Y protector. La historia se repite en encontrar en lo foráneo las soluciones que los propios con lupa de aumento extremo, no tienen.

(En este momento, si es que alguno llegó hasta acá, comenzarán a decir toda esa horda de fracasados como técnicos, ¿A esos querés traer..?) Tranquilo Venancio, no se trata de traer, sino de empezar a armar un mapa propio sin GPS con voz de gallegas tranquilas que nos metan en calles de ripios para ahorrar dos minutos de viaje. Y acá viene otro contrapunto o una contradicción: llevamos años jugando en la segunda categoría de juveniles, eso debe cambiar. Necesitamos una tarjeta de invitación o un ascenso. Por eso la contradicción.