Cargando ahora
Si no va sin frenos, no anda bien

El presente de Quilmes lo demuestra, como tantas otras veces. Alegrías efímeras por ser vencedores esporádicos -en muchos casos por el azar que tiene este deporte- y viviendo una realidad sin pausas, donde todo nos lleva puesto. Donde el pasado queda lejos y el futuro incierto.

La patria chica es lo que demanda más al corazón, lo que más se celebra y lo que más nos duele. Ver festejar al otro siempre molesta más cuando se trata de un duelo personal, de un mano a mano. Eso es lo que tiene sentirse parte de un presente, no esquivar, exigir y reaccionar. Que Quilmes pierda es lo peor que puede pasar. Es la tragedia personal, ni siquiera deportiva. Es como perder plata. No importa cuanto, importa qué, cómo, dónde… En este caso, parte de la derrota se conflictúa directamente con lo moral y lo que uno piensa de base.

Que el equipo más grande que tiene esta segunda categoría maligna haya perdido con Ferro no es el disparador de esta editorial, sino que navega en el medio. Quilmes perdió grandeza, la camiseta realmente está oculta detrás de otros problemas. La imagen lo es todo para el afuera y nosotros conocemos el adentro. Salir en un portal de noticias por un acto de violencia en la sede, en el predio, en la tribuna o amenazas en redes sociales es solo lo que se ve del iceberg. Perder un partido de fútbol también. El miedo y la decepción pasan por otro lado, por ver donde está el iceberg y saber que vas directo a pegártela de lleno, por no pisar el freno. Por no querer torcer el rumbo, pecando de irreverente, egocéntrico y desconociendo quienes te pusieron en ese lugar.

Si me preguntas si hay tiempo, la respuesta es no. El problema continúa cuando me preguntas «¿y entonces, qué? Hay pausa y se acaban las respuestas. Al menos la de desarrollo rápido, esas que le das a un compañero de laburo cuando te pregunta «pero… ¿Qué pasa que no ascienden?». Y estoy cansado de eso porque el problema es profundo. Son decisiones, diría algún entrenador. Lo son. Desde la forma de actuar, como repartir, dialogar y hasta ordenes de prioridades. Que el discurso sea cuanta guita hay que juntar cagando a puteadas el cómo y el cuando, me desorbita. Siento que perdimos la línea por la cual luchamos hace casi 10 años, cuando muchos de los que ahora se esconden en el anonimato eran hinchas de Independiente, de Boca… Algunos siempre estuvimos acá, priorizando realmente la salud institucional del club por sobre la deportiva. Y una es consecuencia de la otra.

Siempre me gustó esa frase que asimila la personalidad de un presidente con la de un país, porque tiene lógica. Porque como te ven te tratan, y a vos te ven mal hace un rato… Un auto guapo va a venir por vos y nada va a cambiar. Vas a vivir en el Delta, en un lanchón, buscando de qué reír…