No, la verdad no me gusta mucho Soda Stereo. Pero tampoco me gustan muchas cosas que pasan en el club de mi vida, y en eso coincide esta bajada. Sacando la pelotita solo por un rato, el Quilmes actual se destaca también por la falta de responsabilidad en cuanto la identidad y lo simbólico.
En el reino del hincha todo es queja, hasta en los momentos de más éxito, que hace mucho no los vivimos. Y claro, cuando estas segundo queres estar primero, y cuando estar primero ya queres salir campeón, y después de eso la Copa Libertadores… Así sucesivamente. Aunque resulta llamativo la cantidad de veces que parecen dejar servida la «queja». Y uso esa palabra para no quedar tan lejos de su discursiva y tratar de entender. El famoso «no se conforman con nada».
Si bien hay algo de eso, es cierto que la acumulación de hechos parece a propósito y ahí noto una debilidad fuerte: no darse cuenta o hacerlo con alevosía. Lo simbólico es importante siempre. Desde una camiseta repleta de marcas (no, no me hago el desentendido con lo económico), una pantalla LED puesta encima de la otra, firmar la venta de un juvenil con el escudo del club comprador atrás, presentar un entrenador con una foto de la hinchada de Talleres, «traer Vangionis para que haya Puzzos», hablarle al hincha mediante Mundo Ascenso, mantener en el cargo gente violenta y hasta convocar en la discusión al antiquilmismo representado en Rondina. Todo esto pareciera un plan de Julio Falcioni, Garrafa Sanchez o José Lemme, pero no. Son ideas nuestras. Y quedan más afuera.
Justamente el problema es simbólico. Pareciera que la prioridad nunca es ser Quilmes sino tapar baches, aprovechando que «esto es Quilmes» y las cosas pasan porque si. Parece absurdo seguir hablando de que la plata no alcanza y por eso el estadio parece la pared del baño de Niceto de tanta publicidad, o la camiseta símil indumentaria de Turismo Carretera de los 90, y mientras tanto pagar sueldos irrisorios para la jerarquía, actualidad y funcionalidad de ciertos jugadores. ¿Entonces el problema es económico o de gestión? Porque cualquier estudiante de primer año de Marketing sabe que ningún poderoso económico va a ponerla en un cotolengo de auspiciantes…
Me fui por las ramas, pero no tanto. Eso son. Símbolos. Hay que ser y parecer. Por eso, mientras de un lado hay un discurso de victimización, del otro se ve como falta de gestión, no tener muñeca en algunos casos y rifar el valor de la marca Quilmes con tal de ponerle cemento a un estacionamiento. Sí, cuando la pelotita entra todos celebramos pero cuando no, quedan aún más expuestas las malas decisiones y la idea de que en este club hay que zafarla todo el tiempo. Lamento informar que me voy a quejar siempre de este tipo de acciones y actitudes, donde el Quilmes Grande que alguna vez soñé, esté más cerca de ser una sociedad de fomento.